Tu mirada penetra mi ser

dejándolo al desnudo,

solo tus ojos y mi alma

en una mesa de bar, como

si no hubiera nadie más, no 

sabemos cómo, pero

alentados por el deseo, nos

encontramos en un lugar desconocido.

Cada caricia y beso tiene el 

sello de lo prohibido.

Yo no debería estar acá,

vos no deberías estar besándome,

pero sin embargo no encontramos

la manera de parar.

Nos desvestimos con urgencia

motivados por el peligro, por

el placer que conlleva el peligro.

Ya no hay salida en este punto, 

estamos perdidos, sumergidos

el uno en el otro, como si
solo nosotros existiéramos.